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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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lunes, 4 de junio de 2012

Dos años por delante: los grandes desafíos pendientes (LPG)

Es de hacer notar, sin embargo, que no estuvieron presentes en lo expresado dos conceptos que se hallan en el centro de la problemática actual del país: sostenibilidad y confianza.

Acaban de concluir los tres primeros años de la Administración actual y ya se iniciaron los dos últimos. El pasado viernes, el Presidente de la República presentó su informe anual ante la Asamblea Legislativa, como es de ley. Este acontecimiento se ha dado en un momento muy especial y delicado, en el que hay fricciones sin precedentes entre órganos supremos del Gobierno y cuando los problemas más graves de nuestra realidad nacional se vuelven cada vez más complicados y apremiantes. La coyuntura, pues, despierta, por sus propias condiciones, una atención muy especial, que puede respirarse y sentirse en el ambiente.

El mensaje presidencial no ha tenido novedades significativas ni mucho menos sorpresas reveladoras. El mandatario ha hecho un recuento bastante pormenorizado de las acciones gubernamentales que considera más relevantes, principalmente en lo que se refiere a programas muy concretos, que son los que abanderan la política social del Gobierno; y algunos anuncios de particular relieve, como el que se refiere a la iniciativa para viabilizar el voto de los salvadoreños en el exterior, venían ya manejándose desde antes. Este, pues, ha sido un discurso típico de la coyuntura en que se pronuncia: cuando el período de gestión se acerca a sus tramos finales.

Es de hacer notar, sin embargo, que no estuvieron presentes en lo expresado dos conceptos que se hallan en el centro de la problemática actual del país: sostenibilidad y confianza. Ha habido sin duda, en estos tres años transcurridos, esfuerzos puntuales destacables, en temas como Salud, Obras Públicas, Educación y Seguridad; pero continúa existiendo un marcado déficit en lo que se refiere al crecimiento económico y a la estabilidad del proceso. Si estos temas no se tratan con la efectividad que requieren, todo lo demás, por positivo que pueda ser, queda siempre en el aire, con todos los efectos adversos que eso trae consigo. Es evidente que, a estas alturas, y con unas elecciones presidenciales ya en el terreno, los espacios de disponibilidad política se reducen inevitablemente. El Gobierno, y muy en particular su conducción ejecutiva, tienen márgenes de gestión cada vez más estrechos, y ya no se diga de innovación en el plano donde hay que hacer más esfuerzos modernizadores, que es el plano estructural. En esta Administración, 2010 y 2011 eran los años propicios para hacer esa tarea; 2012 y 2013 ya son tiempos marcados por la competencia electoral, con todo lo que eso representa en ansiedades disparadas y en fricciones dirigidas a ganar puntos en la disputa por el voto.
Tenemos que estar muy atentos a lo que pase en los meses que vienen, de cara a una realidad que, como tal, no se rige por el calendario político, sino por el calendario de la realidad. Es con ésta con la que tenemos que lidiar, y por ello hay que hacer todos los esfuerzos que sean necesarios para que la modernización nacional –que debe ser el gran objetivo de todos– vaya avanzando de manera segura e irreversible. El curso de la realidad no se detiene, y ante eso las voluntades de todos los sectores y todos los liderazgos deben estar preparadas y dispuestas a dar los aportes necesarios en los momentos oportunos.
Hemos entrado ya en el cuarto año del período presidencial que corre. Es un año notoriamente preelectoral. Eso no puede evitarse, y hay que asimilarlo tal como es. El reto está en que lo electoral no lo cope todo, porque hay otras cosas insoslayables que habría que atender ya.

 

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