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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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miércoles, 23 de mayo de 2012

Presidente Funes, por favor defiéndase (LPG)

Cuando gobernaba Duarte, un medio de comunicación, su inflexible acusador, se quejaba de que las obras públicas urbanas se realizaran de día, porque entrampaban el tránsito vehicular. Cuando el MOP decidió hacerlas en la noche, protestó airado porque no dejaban dormir.

Desde entonces no había escuchado una crítica tan implacable, como la de alguien que ha reprochado a Funes por las reuniones que está haciendo con distintos sectores, tratando de incorporarlos a la lucha contra la delincuencia. Esa es una coartada, dice, para justificar la ineficacia del gobierno, porque el único responsable de la seguridad es el Estado.
Tesis desde luego equivocada, porque todos y cada uno de los que aquí vivimos, tenemos la necesidad y la obligación de hacer cuanto esté a nuestro alcance contra el crimen y la violencia social. Teoría que en sustancia afirma: si no hacer es malo; hacer, es peor.
En Italia hay un dicho popular que retrata ese tipo de juicio: ¿Llueve? ¡Gobierno ladrón! Es el razonamiento de los que se molestan porque el presidente los ataca si ellos, dicen, solo lamentan la incompetencia del gobierno, su despilfarro, su endeudamiento, su incapacidad de atraer inversión, de garantizar la seguridad, etcétera; pero todo eso es verdad, se justifican; no es motivo para que los agreda.

En Italia también, un político que estuvo 46 años en el gabinete, 7 veces como primer ministro, esculpió una frase que recorrió el mundo: “Il potere logora chi non c'e lha” (léase Il potere lógora qui non chelá), el poder desgasta... a quien no lo tiene. Pero en su caso se equivocó.
El acoso de sus enemigos y malquerientes fue intenso y continuo: lo único de lo que no me han culpado, se reía, es de las guerras púnicas, porque entonces estaba muy joven. Pero la gota agujereó la roca y fue condenado a 24 años de cárcel por asociación mafiosa. Se diría que fue de mayor acierto este otro aforismo: prestigio que se discute, es prestigio que cae.
El buen crédito de Funes, todavía alto según encuestas de opinión, podría hundirse en bancarrota si sus amigos no se agrupan para defenderlo; de las personas que dicen estar arrepentidas de haber votado por él; de las que no logran deglutir sus políticas sociales; de las que desde el principio y por principio estaban en su contra (como el suscrito, antes de verlo gobernar) y en especial de los que berrinchan exigiéndole un castro-chavismo que en realidad nunca prometió.
Dijo Dag Hammarskjol, el malogrado secretario general de la ONU: “Solo es digno de su poder quien lo justifica día tras día”. Eso necesita Funes, cada jornada una buena acción.
Que la hagan resaltar, repito, sus seguidores que, de ser verdaderas las encuestas favorables, son una “mayoría silenciosa”.
Sus amigos, porque si en verdad él se exculpa constantemente, haciendo del ataque la mejor defensa (como un ajedrecista o un guerrero), para desconcierto y enfado de sus enconados rivales, el choque en primera persona le causa melladuras, a fuer de constantes capaces de demolerlo.
Sin omitir que hay “díceres” propulsados por el irresistible empuje de internet, que por referirse a su vida privada, él no puede desmentir, mucho menos polemizar sobre ellos.
Allí es donde más necesita de los que lo aprecian. Así como se compactaron para apoyar su candidatura, deben amalgamarse en auxilio de su gestión.
Siendo esta en gran medida debida a ellos, no pueden encuevarse en el silencio cual conejitos asustados.

 

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