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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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miércoles, 1 de febrero de 2012

Los políticos piden confianza: hay que exigirles que se la merezcan (LPG)

No basta, pues, con pedir el voto: hay que ganárselo de manera inteligente e imaginativa. Nuestra gente ya no es la de antes, ni siquiera la de ese antes que está cercano en el tiempo.

Sobre todo en épocas electorales, los políticos piden la confianza del ciudadano para que les otorguen el voto en las urnas. Esta es una petición legítima dentro de la dinámica democrática en cualquier parte. La democracia representativa se basa en la interrelación entre el representante y el representado: el representante es el que va a cumplir la función pública y el representado es el ciudadano. Esta interacción está en nuestro país aún en fase elemental y por consiguiente precaria. No hay tradición de pedir cuentas ni de rendir cuentas, y eso determina que exista aún mucho conformismo ciudadano y mucha impunidad institucional.
Viene creciendo, sin embargo, sobre todo en los tiempos más recientes, por efecto de la explosión tecnológica en el ámbito de las comunicaciones, la presencia del sentir y de la voz de la ciudadanía en el quehacer político. Esto es nuevo y será sin duda determinante de un renovado tipo de relación entre el ciudadano y sus representantes en las estructuras del poder público. Estamos sin duda en los albores de una reconversión saludable de dicha relación: el ciudadano va asumiendo su rol decisivo, vigilante y demandante, y los representantes tendrán que responder a los deberes del cargo al que han optado y a los compromisos que para obtenerlo han aceptado.

Pese a las dificultades para lograr una reforma electoral completa y consistente, cada vez se va haciendo sentir más el peso de la voluntad ciudadana. Aunque falta mucho para que tal voluntad muestre la suficiente persistencia organizada para que las fuerzas políticas tengan que someterse a sus mandatos a lo largo de todo el proceso de toma de decisiones, es claro que dichas fuerzas ya no gozan de la alegre libertad de antaño para imponer sus intereses. Para el caso, el voto por rostro en las elecciones legislativas, que en esta ocasión será posible por primera vez, va ganando terreno, como lo demuestra la más reciente encuesta de LPG Datos.
Lo que le conviene al país entero, sin distingos por ubicaciones socioeconómicas o por alineamientos ideológicos o políticos, es que la política funcione con credibilidad y con efectividad, en servicio a los intereses ciudadanos y al avance general del país en la ruta de la democracia y del desarrollo. Hay que superar toda frivolidad y trivialidad en el ejercicio de la política, que han sido las notas prevalecientes por tradición en el ambiente y que son los disfraces de una práctica interesada y abusiva del poder. En estos días se demanda acceso a la información pública y debida rendición de cuentas, y hay que empezar por asegurarlas en el ejercicio político.
Todo esto implica que también las estrategias para conseguir y asegurar el voto popular deben evolucionar conforme a los tiempos que corren. Hoy no se trata de que los candidatos hagan ofrecimientos casuales, sino de que presenten propuestas que sean realizables y congruentes con la realidad que vivimos y con la que queremos vivir en el futuro. No basta, pues, con pedir el voto: hay que ganárselo de manera inteligente e imaginativa. Nuestra gente ya no es la de antes, ni siquiera la de ese antes que está cercano en el tiempo. Los jóvenes, principalmente, se encuentran en la vanguardia de todos estos nuevos reclamos de ciudadanía.
Merecer la confianza es responder a lo que espera aquél a quien se le pide. Y todos esperamos más seguridad, más oportunidades de mejoría, más crecimiento económico, más efectividad institucional. De cómo se traten estos temas dependerá la confianza que se pueda ganar.

 

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