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*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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miércoles, 26 de octubre de 2011

Al fin alguien ¡Funes! habla de dragar el Lempa (LPG)

Al fin alguien ¡Funes! habla de dragar el Lempa - La Prensa Grafica - Noticias de El Salvador

Según dio a conocer este periódico el 21 del corriente, durante su visita al Bajo Lempa, “el jefe de Estado informó... que la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL) asumirá la construcción de una nueva borda en los márgenes del Lempa, además del dragado de este...”. Funes, agrega la información, dijo que estas obras se harían de manera inmediata. Esta es una deuda histórica, apuntó.

El 22 de septiembre de 1999, este diario publicó un artículo mío con el título “No dragar el río Lempa, negligencia arrastrada por decenios”. Expuse: “Los ríos han sido grandes aliados de la humanidad... Pero como pueden convertirse en terribles enemigos, los pueblos han luchado por controlarlos o precaverse de sus peligros. Hace 40-60 siglos, en Mesopotamia y Egipto, portentosas civilizaciones debidas a sus famosos cauces de agua, mediante canales y presas los ríos fueron normalmente nobles amigos, no periódico martirio. En Europa, desde hace 600 años se utilizan, además, métodos de dragados y bordas para aumentar el control. En El Salvador, por decenios el Lempa ha causado destrozos cuando crece en invierno, al igual que ocurre ahora con los ríos menores, sin que se haya hecho otra cosa que lamentar las tragedias”.


Decía después: “Las corrientes se salen de cauce, principalmente por asolvamiento, el depósito de tierra y otros sólidos en su lecho. Al hacerse menos profundos, con facilidad se vuelven más anchos, arrasando lo que encuentran a su paso”.

Añadía que en Europa, desde fines de la Edad Media se desecaron inmensos pantanos con inteligentes obras de canales pues, obviamente, no existía ningún tipo de bombeo. Los canales eran mantenidos con bordas recubiertas de piedra o grama, dragadas a mano y en muchas ocasiones eran medios de transporte en lancha. Donde el desborde de las aguas era inevitable, las casas se construían en las colinas o sobre pilotes. Hoy, aclaraba, las técnicas de dragado han avanzado a resultados asombrosos, pues entre tantos otros progresos, una sola máquina puede extraer en un día hasta 500 camionadas de desechos.

Lamentaba que aun considerando la dejadez, el atenimiento, la imprevisión, a veces presentes en los salvadoreños, no entendía por qué nunca se han intentado soluciones de tales tipos. La primera debiera ser el dragado del Lempa y otros ríos que se desbordan. La operación sería costosa, pero no más cara ni menos útil que una carretera.

Como bien reconoce el presidente Funes, esta es una deuda histórica. Desde que se construyó la primera presa hidroeléctrica en el Lempa, se supone que cualquier entendido sabía los efectos desastrosos que tendrían las descargas. Se debió a partir de entonces dragar continuamente el río y construir a sus orillas no frágiles bordas de tierra que se desmoronan al primer empuje del agua, sino obras firmes capaces de resistirla, incluso muros de contención.

Sin necesidad de sapiencia técnica, concluí, es fácil imaginar la factibilidad del dragado y sus logros principales: ahondar el cauce y el material extraído utilizarlo para la construcción de las bordas y fertilizar las tierras aledañas o lejanas.

En aquella oportunidad, recibí muchos correos de lectores felicitándome por la idea, incluyendo a un ingeniero hidráulico de gran formación y experiencia, quien me decía que desde muchos años venía luchando porque se hiciera algo así, encontrando siempre puertas cerradas, oídos sordos o mentes esquivas.

Lo más encomiable de la observación de Funes es que promete que las obras aludidas se harán de inmediato y cita la fuente de financiamiento que es la que debe ser: la CEL.

 

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