Visitas

PUBLICACIONES

MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

Siguenos

martes, 24 de mayo de 2011

Ni pasado ni presente, veamos el futuro (La Prensa Gráfica)

“Se habla mucho de diálogo, pero la realidad es otra. Debemos dejar atrás el pasado, pensar seriamente en el futuro y reconocer que todos somos aliados para construir un país mejor.”

El país está atascado en muchas áreas, seguridad y economía a la cabeza; hay poca claridad del rumbo a seguir en esas áreas cruciales y en otras como educación, política energética, política de agua, una adecuada visión ambiental sostenible y muchas más.


Los diagnósticos son abundantes y acertados; están claros los grandes problemas y que debemos solucionarlos. Los cruciales rebasan la capacidad de este y cualquier gobierno, requieren un esfuerzo nacional y eso se ve distante. No será posible si seguimos viendo más hacia el pasado y enredándonos en el presente, que pensando en el futuro, lograr unidad sincera y definir rumbo en las áreas relevantes.

Pensar a futuro y dejar atrás un pasado y presente complicados es lo que logramos al firmar los Acuerdos de Paz. En ese momento, el país se agrupó con la iniciativa de líderes preclaros que tuvieron fe, que creyeron que se podía crecer a pesar de la guerra, que se podía lograr un entendimiento nacional superando las enormes diferencias, que entonces se dirimían con las armas.

Ese espíritu de unión se esparció por todo el país. Al firmarse la paz finalizó un largo conflicto armado en el que potencias extranjeras peleaban aquí su guerra fría y se logró en los años siguientes una pujanza económica importante, un despegue impresionante en cuanto a sacar gente de la pobreza y el logro de un ordenamiento institucional muy reconocido a partir de una situación caótica, la economía destrozada por la guerra y por políticas centralizadoras, populistas, ineficiencia y corrupción de los gobiernos de la década.

Pero el espíritu de unidad de los Acuerdos de Paz se fue perdiendo, la polarización fomentada en la cancha política favoreció a los partidos mayores, de la cual se nutrieron, mientras la sociedad que la adoptó entró en un proceso autodestructivo de intolerancia, de descalificación de los que no piensan igual (aunque dicho pensamiento no estuviera claro), una izquierda descalificando a la derecha porque sí y la derecha con miedo insuperable de la izquierda.

La brecha se amplió, hubo más gobiernos de ARENA de los que el guión de los Acuerdos suponía. La izquierda no pudo articular un proyecto atractivo y al darse la alternancia nos encontramos ante una sociedad dividida, ante funcionarios con obstáculos emocionales para acordar conjuntamente con otros cómo enfrentar como sociedad los grandes problemas comunes.

Probablemente es normal que funcionarios sin experiencia en gobernar ni manejar empresas, que han estado décadas solamente en la oposición, tengan la impresión al hacer gobierno, que pueden resolver solos todos los problemas, que habiendo estado fuera de posiciones de poder por tantos años, tiendan a descalificar a quienes están del “otro lado” y muchos no lleguen más allá de tener una visión electoral en las decisiones que toman.

Pero los problemas son cada vez más graves, la inexperiencia y el resentimiento se excusan por un tiempo, pero a estas alturas, reconociendo lo colosal de los retos a resolver, cuando el resto de Centroamérica nos supera en inversión, se impone una reflexión profunda, un reconocimiento objetivo de la realidad, dejar atrás el pasado, no clavarse en el presente y pensar seriamente en el futuro.

La gente en el gobierno del estado, los empresarios de todo tamaño, los trabajadores, los profesionales y todas las fuerzas positivas del país son aliados que se necesitan mutuamente para construir un mejor futuro para el país. Quienes están en el poder no deben ver como enemigos a los que están afuera y los de fuera no deben ver a los de gobierno solo como poco capaces e intolerantes, no todo es así y es necesario entendernos.

El momento exige un esfuerzo de unidad para definir el rumbo, sin prejuicios, con apertura, con mucha tolerancia. El país no puede esperar más.

 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdón pero no debemos olvidar el pasado. Me parece una irresponsabilidad y una maniobra para eludir responsabilidades en la conducción del país.
Sucede que el pasado no está debida y completamente analizado, sino, postergado, evadido.
Los mismos que en 200 años no pudieron (léase quisieron) erradicar el analfabetismo y la pobreza hoy hablan de estado fallido, de incompetencias. Que hipocresía.
Remontarse a los acuerdos de paz,que de paso la derecha no cumplió a cabalidad, es solamente verse la nariz.
Deberíamos primero deducir responsabilidades y luego avanzar.
Pero está difícil, la derecha en esta país es retrógrada, se creen todavía dueña de hacienda y voluntades y no está dispuesta a dejar sus privilegios de 200 años. Creen que El Salvador es su feudo, hacienda, finca changarro.
No están dispuestos a apretarse el cincho "si para eso están lo pobres.Que lo hagan por ellos"