Visitas

PUBLICACIONES

MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

Siguenos

miércoles, 22 de agosto de 2012

Aprovechar la experiencia para recomponer el tejido institucional (LPG)

Aun el recurso ante la Corte Centroamericana de Justicia hizo su labor clarificadora: de nada sirve querer irse por veredas cuando el camino recto está trazado por el mismo orden jurídico. 

Una vez alcanzado el punto de solución del conflicto interinstitucional que mantuvo en vilo al país desde el pasado mes de abril hasta la medianoche del domingo anterior, habría que emprender un esfuerzo consistente para que trastornos de esa naturaleza y envergadura no vuelvan a repetirse. El reto principal les toca asumirlo a las distintas fuerzas políticas y a los entes gubernamentales correspondientes, porque las fuentes de la distorsión están ahí, entre todos aquellos que se hallan directamente vinculados con la representación para el ejercicio del poder. En primer término, habría que hacer un análisis serio y responsable sobre la forma en que el poder se continúa ejerciendo en el ambiente.
Está visto, a la luz de los quebrantos que se manifiestan constantemente en el escenario nacional, que es hora de que todos sin excepción reconozcan que la democracia, aparte de reglas legales específicas, tiene una lógica propia, basada en el equilibrio de fuerzas y en una interacción constante, que debe ser ejercida en función de una tarea básica: la promoción del bien común. La vida democrática no se limita a la competitividad electoral, sino que va mucho más allá, como la realidad nos lo está enseñando de maneras cada vez más elocuentes. Se trata de que la nación evolucione en paz y en armonía, para avanzar hacia un desarrollo suficiente y equitativo.

Se está, según fuentes legislativas, en las últimas etapas de elaboración del texto de lo que eventualmente llegará a ser la normativa que rija a los partidos políticos, sus estructuras, sus mecanismos y sus desempeños. Cuando el texto inicial quede listo tendría que haber un amplio debate ciudadano alrededor del mismo, para que salga un cuerpo regulador que efectivamente esté a la altura del momento histórico que vivimos. Y lo traemos a cuento en las actuales circunstancias porque es evidente que la modernización del aparato institucional no puede lograrse en la plenitud que se requiere si no se comienza por modernizar el esquema partidario.
La crisis a la que hemos estado abocados por varias semanas con tantos sobresaltos e incertidumbres ha venido a dejarnos una lección incuestionable sobre lo que es imperativo y sobre lo que no es admisible. Aun el recurso ante la Corte Centroamericana de Justicia ha hecho su labor clarificadora: de nada sirve querer irse por veredas cuando el camino recto está trazado por el mismo orden jurídico. Hoy resulta más claro que nunca que nuestros problemas y conflictos internos tenemos que resolverlos entre nosotros, haciendo uso de los instrumentos y procedimientos que la misma democracia provee.
En términos generales, nuestro tejido institucional es aún muy débil y vulnerable, y eso habría que enfrentarlo con más decisión y compromiso por parte de todos los actores nacionales. Como planteábamos en Editorial anterior, lo que se necesita son “cabezas frías”, para que los “hígados calientes” se queden al margen. La democracia no se hace con exabruptos ni con rabietas: se va moviendo con pasos responsablemente calculados, que permitan avanzar de manera segura por terrenos que siempre serán difíciles y aun escabrosos. Afortunadamente, es la realidad misma la que va dejando todas estas cosas en claro.
Estamos en una época –tanto nacional como global– en que el tiempo apremia, porque la aceleración histórica viene tomando cada vez más impulso. Pareciera que esto no se ha considerado en nuestro ambiente en la forma adecuada, y ya no se puede seguir ignorándolo.

 

0 comentarios: