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MODERACION
jueves, 10 de mayo de 2012
Una entregade toda la vida (LPG)
“Las mujeres adultas mayores durante muchos años estuvieron abandonadas, y que ahora en el gobierno del presidente Funes son visibles... trabajamos por ustedes.”
Su falda blanca hacía juego con su color de cabello y las rayas de su
blusa oscura. Dorotea Galdámez se arregló ayer desde muy temprano para
ser agasajada junto a aproximadamente 500 mujeres más que participaron
en el convivio organizado por la Secretaría de Inclusión Social (SIS) en
Caluco, Sonsonate, para festejar el Día de la Madre. Decenas de
cabellos blanquecinos se veían
en los alrededores del parque central de dicho municipio; la gran mayoría de ellas superaban los 70 años.
Muchas
de estas mujeres forman parte de varias comunidades de extrema pobreza
que reciben la Pensión Básica Universal ($100 a mujeres y hombres
adultos mayores arriba de los 70 años), que forma parte del Programa
Presidencial Nuestros Mayores Derechos (PNMD).
De los 32
municipios de extrema pobreza, hasta diciembre de 2011, se han
beneficiado 15,300 personas adultas mayores: 7,893 mujeres y 7,407
hombres. Para este año se incorporarán 21 municipios más.
Pero
Dorotea no sabe de esos datos, mas conoce a la perfección este apoyo
económico que tiene desde hace dos años. “Me sirve para sostenerme
porque no tengo quien por mí, porque mi esposo se murió y mis hijos
están todos acompañados. Vivo sola”, dice, aunque le cueste hablar por
la mezcla de tristeza y alegría.
La alegría de esta mujer de 78
años, madre de ocho hijos y abuela de más de 20 nietos, viene por la
bendición de Dios de haber llegado hasta este tiempo y haberle dado a
sus hijos y familia lo mejor de ella; por eso, ayer ella fue una de las
anfitrionas en el agasajo que la Secretaría de Inclusión Social impulsó.
Desde
temprano, el grupo Trova Son animó a las mujeres que fueron llegando al
lugar poco a poco; además, canciones como “Amor eterno” y “Mañanitas de
los Dandys”, los llamados “himnos” para esta fecha, hicieron rememorar
sentimientos.
“La madre es el pilar de la familia porque tenemos
el don que no tienen los hombres: el de tener hijos; más la obligación
de sostener la casa, la obligación de tener hijos y traer alimentos a la
casa, es de hombres y de mujeres”, dijo en su mensaje Vanda Pignato.
El
convivio tuvo como objetivo principal compartir un momento de alegría
con las madres y abuelas; además, promover una cultura de valoración y
respeto hacia las capacidades, iniciativas y aportes de las mujeres
adultas mayores en la sociedad salvadoreña.
Especial
Hace
dos años, la primera dama de la República y secretaria de Inclusión
Social, Vanda Pignato, festejó este día junto a mujeres de la Policía
Nacional Civil; el año pasado, con mujeres de la Fuerza Armada; y este,
con adultas mayores.
El caso de Dorotea solo fue uno de varios que
se observaron en el evento de Caluco, donde mostraron un agradecimiento
sincero hacia la primera dama, por el apoyo que le ha dado a este
sector de la población salvadoreña. Dorotea lloró cuando la abrazó al
llegar y se despidió efusivamente al retirarse la secretaria de
Inclusión Social.
“Le agradezco a la primera dama y al presidente
que nos están favoreciendo. El dinero que me dan lo ocupo en mis
alimentos, en mi ropa y mis zapatillos; cuando me enfermo, voy donde el
médico...”
Durante el homenaje a las mujeres que son madres,
Pignato repartió kits con artículos de cuidado personal que contenían
sábanas, zapatos, mosquiteros, champús, pastas, cepillos dentales, entre
otros productos. Un paquete regalado a la SIS por el Fondo de Población
de Naciones Unidas.
“Las mujeres adultas mayores, durante muchos
años, estuvieron abandonadas y que ahora en el gobierno del presidente
Funes son visibles... nosotros trabajamos por ustedes; aunque
quisiéramos hacer mucho más –los recursos públicos no nos lo permiten–
hacemos lo posible para que ustedes sean visibles en las políticas
públicas”, enfatizó la primera dama.
Las palabras que dijo Pignato
en el evento fueron tomadas en cuenta por Dorotea, quien asentía, con
su cabeza adornada de canas, el mensaje y las felicitaciones.
“Yo
no puedo obligar a mis hijos a que me ayuden, porque tienen muchos
hijos... ellos me ayudan con lo que pueden, porque me dan lástima. Uno
tiene siete, otro ocho; otro cuatro”, recordó la mujer, con la
abnegación de madre, mientras se resistía llorar al recordar que antes
–junto a su esposo– trabajaba cultivando maíz y frijol, o criando pollos
o cerdos.

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