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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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martes, 29 de mayo de 2012

La tercera opción (LPG)

Algunos señalamos desde hace tiempo que el respaldo popular a los dos grandes partidos, ARENA y FMLN, decrecería en razón de su pareja incapacidad de renovar sus respectivos idearios. Al transformarse la realidad de confrontación total que les dio origen en los años ochenta, en plena guerra, esos idearios se anclaron a una agenda de pasado que no resuelve el presente ni siembra hacia el futuro.

geovanigaleas@hotmail.com 
El juego de la confrontación, que coyunturalmente da alguna ventaja puntual a uno o a otro partido, ha terminado sin embargo por paralizar al país en su conjunto. La creciente conciencia ciudadana sobre la gravedad de ese problema fue lo que permitió, en 2004 y en 2009, las victorias sucesivas de dos candidatos presidenciales que se mostraron distantes de los fundamentalismos de los partidos que los postularon.
Revise usted los números y los contextos de esas dos elecciones y sin duda llegará a conclusiones semejantes, sobre todo si atiende al comportamiento del centro político en ambos casos.
No es casual entonces que ahora los liderazgos individuales resulten mucho más relevantes que las marcas partidarias. Ni es casual que los líderes con mayor aceptación, según las encuestas, estén fuera de los partidos o hayan mostrado cierta lejanía de los mismos aun siendo sus militantes. Ese es el caso de Tony Saca y Mauricio Funes, de Norman Quijano y Óscar Ortiz.

A la inversa, son precisamente los dirigentes principales de los partidos quienes van en franco descenso en los índices de aceptación popular, cuando no es que ya están en los niveles más bajos. Esa simetría perfectamente comprobable en los números se convierte en la mejor prueba de lo dicho.
Con todo, ni el FMLN ni ARENA están haciendo esfuerzos de ajuste en relación con la visión estratégica. Para los primeros el tema es garantizar la lealtad de su militancia a un grupo de dirigentes, no necesariamente a un cuerpo de ideas. Para los segundos el desvelo consiste en obviar la discusión interna sobre el voto a mano alzada o el voto secreto, siendo que este último cancelaría la práctica del dedazo encubierto.
Al privilegiar el puro activismo sobre la generación de pensamiento, el FMLN ha terminado por reducir su propuesta a simples consignas de ocasión, y lo peor, por provocar deliberadamente la fuga de la masa crítica que alguna vez hizo posible el uso político de sus armas.
ARENA, por su parte, amagó una serie de aperturas y logró agenciarse el apoyo de algunos intelectuales de izquierda más identificados con las concepciones socialdemócratas. El problema es que los planteamientos de estos intelectuales solo parecen servir a ese partido en cuanto son críticos hacia la izquierda, pero en nada repercuten en la modernización de la derecha. En suma, aunque se ha llegado a decir que el sistema de partidos políticos en nuestro país ha llegado a su fin, no lo creo. Lo que sí es cierto es que ese sistema ha entrado en una fase crítica que sí puede llegar a ser terminal. Por lo pronto, en algunas encuestas ya ha comenzado a perfilarse con claridad la posible emergencia de una tercera vía basada en la convergencia de sectores moderados de derecha y de izquierda.
Tampoco eso es casual. A mi juicio, en principio al menos y de mantenerse las condiciones antes descritas, lo más saludable para nuestra democracia incipiente sería que, habiendo pasado de ARENA al FMLN, ahora pudiéramos transitar a una tercera opción que combine libertad y justicia social. Esos son los ideales más altos en la derecha y en la izquierda respectivamente, y no tienen por qué ser antagónicos. La tercera vía tendría que fundarse en esa convicción.

 

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