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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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miércoles, 30 de mayo de 2012

El poder del resentimiento (EDH)

El resentimiento es una emoción poderosa que con frecuencia se asoma dentro de las esferas del poder. Esta realidad hace del resentimiento algo relevante en el quehacer político de cualquier país, en cualquier parte del mundo y a lo largo de diferentes épocas de la historia reciente.

Adolfo Hitler quedó dolido de cómo el Tratado de Versalles finalizó la Primera Guerra Mundial, porque humilló a Alemania al obligar a su querido país a pagar reparaciones costosas. Además del menosprecio internacional, la hiperinflación en la década de los años veinte había hecho que los marcos alemanes valieran menos como dinero y más para hacer fogatas, situación dolorosa e indignante para los alemanes. Años después Hitler supo explotar este resentimiento generalizado para organizar un golpe de Estado, escribir el Mein Kampf y formular un nuevo partido nacionalista con amplia base de sustento.
El resentimiento de Hitler era tan extremo que lo hizo un dictador inhumano. Por su insistencia en crear el Lebensraum (el espacio vital) de los alemanes, asesinó a seis millones de personas y jugó a Dios con inconcebibles experimentos de humanos. Todos sus esfuerzos eran dirigidos hacia la meta que prevaleciera la raza aria. Lo curioso es que Hitler no era ni rubio, ni alto y menos aún guapo, seguramente resentía esa realidad y por ello no sorprende que el dictador arremetiera con odio y violencia contra todo lo no ario.

El genocidio de Ruanda es otro ejemplo de lo malo que es el resentimiento en la política y en el poder. Los Hutus quedaron dolidos por el trato preferencial que los belgas le dieron a los Tutsis por décadas y por su desfavorecida posición socioeconómica. En 1994 los Hutus materializaron su profundo resentimiento contra la otra etnia en la forma de violentos machetazos que dejaron un saldo de cientos de miles muertos en sólo tres meses.
Las diferencias físicas entre ambas etnias no fueron el origen del conflicto, aunque cabe destacar que los Tutsis son generalmente más altos que los Hutus. El resentimiento se basaba en parte a que los Tutsis eran el grupo que tradicionalmente contaba con mayor riqueza, estatus social y participación política. Los Hutus se sentían menos que los Tutsis y excluidos por ellos, por ello no eran sus compatriotas favoritos.
Los casos mencionados reflejan resentimientos extremos que produjeron efectos negativos desmedidos. De cualquier forma, demuestra que el resentimiento no lleva a nada bueno sin importar el grado de rencor de una persona o de un grupo de personas.
Es cierto que es de humanos tener emociones y ser imperfectos. Los políticos obviamente no son la excepción de esta regla. El detalle es que los políticos tienen una obligación con el pueblo, porque este último les obsequia la silla del poder. Ya que no todos los ciudadanos pueden ser el Presidente, el Alcalde o el Diputado a la vez, el pueblo delega el poder en sus políticos.
Esto implica una gran responsabilidad, más amplia que sólo ser un buen ciudadano como esperado de otros grupos de la sociedad como el empresariado y las organizaciones no gubernamentales. Sin duda, los políticos tienen sentimientos. Pero el gobernar con el mandato del pueblo bajo el brazo los obliga a inclinarse por lo racional y a orillar lo emocional.
En especial los funcionarios públicos tienen que apartar cualquier grado de resentimiento porque es altamente nocivo. El resentimiento en la política impide una buena administración publica y una efectiva comunicación con otras fuerzas políticas y de la sociedad. Un país no puede esperar a que algunos de sus políticos dejen de sentirse ofendidos por la crítica para que actúen a la altura del deber público. Quien no pueda manejar su orgullo herido, mejor que no sea político y se dedique a otra profesión.
Donde hay políticos resentidos, hay políticos predispuestos. Donde hay políticos predispuestos, hay un diálogo político inútil. Donde hay muchos y variados diálogos estériles, con seguridad hay un país que no progresa.
*Columnista de El Diario de Hoy.
Twitter:@marianvidaurri

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