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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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martes, 8 de mayo de 2012

Abundan los desafíos y escasean los recursos: hay que planificar (LPG)

Los salvadoreños, encabezados por los liderazgos nacionales, tenemos que sentarnos en serio a organizar nuestro presente y a planificar nuestro futuro, a partir del más inmediato.

En el día a día de nuestra realidad cada quien parece tirar por su lado, por lo que el panorama nacional parece siempre recargado de tensiones, forcejeos, demandas, conflictos y confusiones. En los ámbitos sociales, se hacen presentes a diario fenómenos muy complejos de reclamo laboral, de insatisfacción ciudadana, de malestar por las condiciones críticas que afectan a gran cantidad de connacionales. En el área institucional, los conflictos han venido aumentando, como se evidencia por ejemplo con las decisiones tan cuestionadas de la recién concluida legislatura y con la amenaza de más conflicto por lo que pueda decidir la Sala de la Constitucional. En lo político, no hay señales de buen entendimiento básico entre fuerzas, sino más bien todo lo contrario. Y en lo económico, las dificultades van incrementándose, ante un crecimiento que sigue amodorrado, un endeudamiento en auge y una situación fiscal muy compleja.

Es decir, los desafíos abundan por doquier y los recursos para encararlos son cada vez más escurridizos. La suma de esos dos factores hace que el país se halle constantemente en ascuas, lo cual entorpece todo el desempeño nacional, poniendo al país si no en crisis al menos en atmósfera de crisis, que para los efectos reales viene a ser lo mismo. Dentro de dicha atmósfera, las diversas voluntades de los actores políticos, económicos y sociales tienden a contaminarse cada vez más de negatividad y de desaliento; y bien se sabe que uno de los efectos principales de la insatisfacción es la cólera. En el país circula mucha cólera, desde las altas esferas hasta los estratos populares; y eso resta energías, nubla razonamientos y genera impulsos desordenados.
En abierto contraste con lo que vemos en el día a día, la realidad salvadoreña lo que está necesitando con verdadera urgencia es un tratamiento de realismo y de programación que sea capaz de resumir los problemas de diversa índole que nos aquejan y nos golpean como sociedad y como institucionalidad, para pasar a la búsqueda de soluciones que no sólo vayan resolviendo cuestiones problemáticas, sino que sirvan para la tarea de limpieza terapéutica de la atmósfera nacional, que ya no aguanta tantos virus y miasmas.
Por más vueltas técnicas que se le dé a lo que tiene más incidencia en el estado de cosas actual, lo cierto es que lo primero tiene que ser un cambio de enfoques y de perspectivas, en todos y cada uno de los actores más decisivos, tanto en lo gubernamental como en lo político, en lo social y en lo económico.
Aunque hay elecciones de alta intensidad a la vista, es indispensable empezar a reconocer que las elecciones no lo son todo, ni siquiera para los partidos, que son los que se aferran a creer eso. Y por haber tenido por tanto tiempo esa visión tan reductiva, aferrada a intereses mezquinos de personas o de grupos, los verdaderos problemas han ido quedando sin resolver, y son ahora una trenza de nudos, muchos de ellos ya convertidos en nudos ciegos. Los salvadoreños, encabezados por los liderazgos nacionales, tenemos que sentarnos en serio a organizar nuestro presente y a planificar nuestro futuro, a partir del más inmediato. Lo que ya no podemos ni debemos es continuar viviendo “a salto de mata”, haciendo las cosas bajo el imperio del “por si zoca”. La planificación se satanizó cuando fue asociada al férreo centralismo; pero hay que rescatar el concepto metodológico, que es función vital de la vida, en cualquiera de las formas de ésta. Y ya no se diga en lo referente al quehacer público en general.

 

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