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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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lunes, 26 de marzo de 2012

Contribuyamos a frenar la delincuencia (LPG)

Una de las principales preocupaciones que tenemos los salvadoreños es la inseguridad.
 El fenómeno delincuencial que se ha venido desarrollando en al menos los últimos 15 años ha alcanzado niveles alarmantes e impensables, ocasionando que se viva en un permanente estado de alarma y zozobra, lo cual a su vez genera problemas de toda índole que van desde el desincentivo a la inversión y la generación de costos adicionales en seguridad privada, hasta el abandono de las escuelas, la desintegración de las familias y el surgimiento de actitudes revanchistas e intolerantes. Es muy grave lo que está sucediendo.
El fenómeno delincuencial no ha distinguido clases sociales, sectores económicos, sexo, credo, o filiaciones políticas. Son pocos los ciudadanos que se pueden preciar de no haber sido víctima de la delincuencia o de no haber tenido un pariente o amigo cercano que haya resultado afectado. Se trata de una problemática que nos afecta a todos y que por lo mismo requiere una alta dosis de solidaridad y entendimiento, de forma tal que todos podamos aportar a su solución.
No es un problema del gobierno de turno, ni de las municipalidades, ni de las autoridades de seguridad u órgano judicial. Tampoco le compete solo a los legisladores o los partidos; si no comprendemos de una vez por todas que este es un flagelo que nos atañe a todos, y si no aportamos lo que nos corresponde desde nuestros respectivos roles en la sociedad, nuestro país puede llegar a un punto de no retorno.

A estas alturas ya ha quedado plenamente demostrado que la mera adopción de políticas represivas, adopten el nombre que adopten, no son suficientes. Basta considerar la preocupante carencia de adecuados centros penitenciarios y el hacinamiento que existe en los mismos, para darse cuenta de que la sola represión no es la solución.
Por eso es que no puede vilipendiarse de primas a primeras las gestiones que hace unos días conocimos que había realizado la Iglesia Católica a través de uno de sus obispos en El Salvador. El acercamiento que se ha logrado tener con los cabecillas de las principales “maras” que operan en nuestro país ha producido tan buenos resultados, que lo menos que podemos hacer es darle el beneficio de la duda a tales gestiones. A los pocos días de este “experimento”, está claro que el número de muertes diarias ha disminuido de manera sustancial y eso solo puede ser positivo.
Por supuesto que no podemos pecar de ingenuos y asumir que se ha encontrado la receta para nuestro mal; estamos aún lejos de eso. Pero lo que es cierto es que se ha generado una posibilidad que hace unos días no se vislumbraba y que por ello tiene que ser aprovechada responsablemente hasta donde sea posible. No estamos insinuando que debe abandonarse la persecución y sanción de los delincuentes; lo que intentamos decir es que con este escenario debe explorarse toda posibilidad para que la represión comience a caminar junto a la reinserción en aquellos casos en que sea posible, y por sobre todo con la prevención, recordando que todos debemos ser parte de ese esfuerzo.
En este contexto lo que se lamenta es que no haya existido absoluta transparencia de las autoridades de seguridad, quienes han enviado mensajes confusos y contradictorios en su afán de explicar lo acontecido. Dando el beneficio de la duda a esta iniciativa y sumándonos al esfuerzo, nos vemos en la necesidad de confiar en las explicaciones vertidas, entendiendo que esta coyuntura no es el resultado de una negociación entre autoridades y delincuentes, y que no se ha transgredido el ordenamiento jurídico para la implementación de la iniciativa. De lo contrario esos medios no justificarían el fin.

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