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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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martes, 14 de febrero de 2012

Estamos necesitando una reforma institucional de fondo en el país (LPG)

En los más altos niveles gubernamentales y partidarios hay una gran resistencia a los entendimientos de fondo, lo cual imposibilita tomar medidas correctivas y remodeladoras de la institucionalidad.

En cualquier tiempo y lugar, la democracia necesita instituciones fuertes, responsables y efectivas, cuya interacción, regida por una legalidad también democrática, haga posible que la evolución política, económica y social vaya desenvolviéndose conforme a las necesidades, expectativas y aspiraciones de los tiempos sucesivos. En nuestro caso nacional, hay que tomar en cuenta algunas cosas básicas para hacer las valoraciones y tomar las decisiones modernizadoras necesarias para que el proceso avance con todas las potencialidades que tiene. La primera de esas cosas básicas es que estamos aún en plena transición institucional: de lo que éramos a lo que queremos ser. Y la nuestra además es una transición con múltiples facetas y complejidades.
Venimos de un modelo de vida fundamentalmente autoritario, que desarrolló formas institucionales adecuadas a la supervivencia del mismo. Dicho modelo colapsó formalmente en 1979, y desde ahí se inició la etapa de construcción democrática en medio de la guerra. Esto hizo que las instituciones tuvieran una transformación lenta y dificultosa. Al llegar la paz, era posible avanzar con bastante más rapidez y consistencia, pero los resabios conceptuales y de intereses vinculados al antiguo régimen le iban poniendo constantes retrancas al esfuerzo modernizador. Esto se ha visto, por ejemplo, en el esquema electoral, que apenas se está empezando a mover de veras en estos días, con no pocas resistencias y confusiones.

A 30 años de iniciada la andadura democratizadora en el país, y a 20 años de superada la guerra interna con una solución política negociada, el proceso democrático muestra exigencias de modernización institucional cada vez más apremiantes e insoslayables. Dichas exigencias se manifiestan desde diversos ángulos de la realidad nacional. El ejemplo más claro e inmediato de ello es el planteamiento que se hace en el XII Encuentro Nacional de la Empresa Privada (ENADE), bajo un lema altamente revelador: “El Salvador sí tiene futuro: compromiso por la democracia”.
La sustancia de la propuesta del ENADE 2012 es evidentemente institucional. Se plantean reformas modernizadoras en áreas como los concejos municipales plurales, la transparencia financiera de los partidos políticos, la separación de funciones administrativas y de justicia al más alto nivel en el ámbito electoral, la creación de una Contraloría General de la República, el aseguramiento de la independencia presupuestaria de la Fiscalía General de la República, entre otras. Son ideas y propósitos que vienen circulando en el ambiente, y que muestran, en primer término, que nuestra democracia, pese a todos sus quebrantos y pruebas ácidas, tiene una salud propositiva que debe motivarnos a seguir confiando en las energías vivas del proceso.
Parece haber bastante coincidencia, sobre todo en los diversos espacios ciudadanos, sobre las transformaciones que requieren nuestros tejidos institucionales para servir de verdadero sostén a la dinámica democrática que vivimos. Donde están las trabas es en el plano de la interacción política. En los más altos niveles gubernamentales y partidarios hay una gran resistencia a los entendimientos de fondo, lo cual imposibilita tomar medidas correctivas y remodeladoras de la institucionalidad.
El atrincheramiento en los intereses propios y aun mezquinos es el principal obstáculo de la democratización real y suficiente que tanto necesitamos para llegar a ser la sociedad equilibrada, equitativa y progresista que quiere y merece nuestra gente.

 

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