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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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miércoles, 15 de febrero de 2012

Aprovechar la buena atmósfera para impulsar estas propuestas (LPG)

Tenemos aquí una proposición amplia, precisa y ajustada a tiempo. Viene entonces la hora de otro esfuerzo, que es el más complicado: viabilizarla en los hechos.

El XII ENADE ha traído importantes innovaciones que son dignas de especial mención, y sobre todo motivadoras del seguimiento. En primer lugar, la temática: un abanico de reformas institucionales para darle más cuerpo y arraigo a nuestra democracia en avance; agregado a ello, la forma de construcción de las propuestas, que no fue producto de un ejercicio puramente interno de la ANEP, sino resultado de la interacción de una variadísima gama de instituciones y movimientos, y ya al ser presentadas las propuestas, la atmósfera que de inmediato las ha rodeado, que es de beneplácito extendido sobre su oportunidad y la idoneidad de los planteamientos de reforma en áreas tan vitales como la electoral, la judicial y la política.
La sustancia y la riqueza de lo que se ha propuesto en este ENADE derivan, justamente, de que fue un trabajo de amplia participación armoniosa. Estamos, pues, ante una construcción de entendimientos desde el principio, que es como debe ser. Y lo que ahora se da y se muestra en el ámbito del sector privado tendría que practicarse también en el ámbito del sector público y, especialmente, en los más altos estratos de la política, tanto gubernamental como partidaria. En estos últimos planos es evidente que la competencia por las posiciones y por la figuración de poder crea obstáculos a cada paso, pero con un auténtico espíritu de nación –que habría que demandarles a todos– eso también es superable.

Tenemos aquí una proposición amplia, precisa y ajustada a tiempo. Viene entonces la hora de otro esfuerzo, que es el más complicado: viabilizarla en los hechos. Tal propuesta tendría que entrar, cuanto antes, al taller de la consideración efectiva por los distintos actores políticos, tanto gubernamentales como partidarios. Esto va más allá de las frases generales de apoyo: tiene que derivar en mecanismos de tratamiento y de definición. Si esto no ocurre, la propuesta aludida pasará a formar parte del gran cúmulo de buenos proyectos que se aglomeran desde hace tanto tiempo en las gavetas de lo que se ha dejado estar, como son muchas de las reformas que hoy vuelven a proponerse, quizás, y ojalá, con mejores posibilidades de activación.
Uno de los aspectos básicos para que se dé dicha activación es la organización del trabajo, en perspectiva realista. En el país, venimos operando desde siempre bajo la distorsionadora presión del péndulo: o dejar dormir las cosas o tratar de hacerlo todo de golpe. Ni lo uno ni lo otro es propio de un manejo serio de la realidad, y menos aún dentro de lo que debe ser la lógica de la evolución democrática.
Ninguna reforma de fondo, y más aún cuando es tan compleja como la que necesitamos, puede hacerse como un disparo de ametralladora. Hay que calcular bien cada paso, para que dé lugar al siguiente, sin traumatismos evitables ni autodefensas dramatizadas. Esta es la lección que parece estar asimilando inevitablemente la actual Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
Aunque choque contra el estilo de muchos, la evolución requiere una sabia mezcla de dos ingredientes que despiertan siempre grandes resistencias: la audacia y la paciencia. Y para que esa sabia mezcla se produzca hay que utilizar un elemento integrador: la voluntad compartida de hacer bien las cosas. Todo eso lo requerimos urgentemente en este momento del proceso nacional. Hay que programarse, hay que decidirse, hay que moverse hacia adelante.

 

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