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*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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lunes, 5 de diciembre de 2011

“La izquierda y la derecha se resisten a aceptar la lógica de la democracia”, Escobar Galindo (La Página)

Cree que no es normal las diferencias entre el Presidente de la República y el FMLN, y asegura que es parte del crecimiento democrático en El Salvador.

Doctor, el país está viviendo momentos de mucha tensión, donde vemos a los protagonistas políticos enfrentarse para defender sus posturas, ¿cree que eso responde a radicalismo ideológico?

Lo veo como parte del proceso. Tengo el concepto, y creo que en buena medida corresponde a la realidad de todo el proceso, desde luego el desenvolvimiento de la realidad de un país, de una sociedad, son procesos, y recuerde que nosotros, una de las cosas que logramos con la solución política de la guerra, fue justamente normalizar el escenario político del país, fue el principal logro en esa solución, ya en perspectiva. Antes de 1992 la izquierda no tenía la representación legal que debe tener en una sociedad democrática competitiva y eso se logró.

Pero una cosa es el escenario y otra cosa son los actores. Ellos están cambiando, pero los actores no cambiaron al mismo ritmo que cambió el escenario, y eso genera situaciones tensionales, muchas de ellas autodefensivas. Los principales actores políticos partidarios vienen del tiempo de la guerra, nacieron en la guerra, y hacer la evolución hacia lo que debe ser la competencia política normal, natural, no es fácil, y creo que lo están haciendo porque la realidad normal los empuja hacia ello. Y buena parte de esos fenómenos tensionales que usted menciona creo que derivan de eso. Ellos están haciendo su evolución de una manera un poquito obligada por sus circunstancias, pero no lo veo como algo negativo, es parte de nuestro proceso.



Hablamos entonces de una lucha interna con el "yo mismo", al no querer ceder espacios…

Todo eso va implícito. Lo que deben asumir los actores políticos que están en el juego mismo, y que nos presentan con su propia voluntad como los entes en que nosotros depositamos nuestra representación. Tienen que aceptar la lógica que la democracia no es absoluta, es relativa, en el sentido que lo relativo es lo que impera. Lo que pasa es que nosotros estamos acostumbrados en el pasado a una forma de poder en que se ganaba o se perdía todo, y eso ya no es congruente en este momento democrático.


¿Y el salvadoreño ha madurado políticamente?

Yo siento que los salvadoreños hemos ido avanzando más que las fuerzas políticas. Vea cómo las decisiones de la ciudadanía, a lo largo de estos 20 años han sido básicamente muy inteligentes. Creo que la alternancia del poder político estaba madura en 1999, pero el FMLN hizo una oferta que no era la que la ciudadanía podía reconocer, y después ocurrió en el año 2004, se retrasó entonces diez años la alternancia. La oferta no era aceptada, y tiene que haber un empalme, e inevitablemente se está dando eso, entre lo que quiere el ciudadano, que es el demandante, y lo que hace la fuerza política que es la que recibe el mandato.


Ese empalme, doctor, se habría alcanzado con la candidatura de Mauricio Funes y el FMLN, pero ahora vemos un Presidente de la República, que si bien es cierto tengan algunas diferencias, han llegado hasta desmentirse públicamente, ¿es normal que eso suceda?

No es normal, pero es parte del proceso del aprendizaje. Durante mucho tiempo teníamos partido con gobierno, eso no es lo natural, lo natural es tener gobierno con partido, y hoy tenemos gobierno sin partido. Llegará un momento, pues estamos en una etapa de transición, con el gobierno que sea, que tendremos un gobierno con partido, porque allí se complementa lo que debe ser.


En período presidencial los tiempos políticos son muy cortos, y todo gobierno, como es natural, mira hasta donde llega su tiempo político, pero si hay un partido a la par pues el partido no sólo mira ese tiempo político sino que mira con perspectiva, por lo tanto es siempre sano que haya un gobierno con partido, una especie de alianza benéfica entre ambas, que no sea una dependencia.

Y en este caso entonces no existe esa sanidad en la relación entre el Ejecutivo y el partido que lo llevó al gobierno, ¿qué tan grave puede ser esta realidad?

Bueno, depende. Lo más deplorable es que no hay esa fusión entre lo inmediato y la perspectiva, donde lo inmediato lo da el gobierno y la perspectiva el partido que está con el gobierno. A eso vamos a tener que llegar, y eso es parte del aprendizaje.


Pero por el momento podemos decir que, ante la ausencia de ese, ¿podemos caer en una falta de visión gubernamental partidaria?

Pudiera ser. El peligro es el inmediatismo. Siento que los partidos tienen que madurar para ejercer esa función con la plataforma de largo plazo, siempre, y ellos en su función complementan lo que hace cada gobierno, que son de corto plazo, duran cinco años, y los partidos son permanentes. En todas las democracias bien establecidas es así, pero no siempre es perfecto, nunca es perfecto, pero siempre hay esa fusión.


Doctor, ante lo que vive ahora el país, una separación entre el Presidente y el partido que lo llevó al gobierno, cinco años son muy pocos para resolver los problemas del país pues no hay perspectiva, ¿es necesario considerar la reelección presidencial?

Siempre es muy poco cinco años. No soy partidario, en términos generales, de la reelección, porque en la democracia lo natural no es la permanencia, sino que la alternancia. La permanencia en casi cualquier cosa no favorece las virtudes, sino que estimula los vicios, y lo vemos en todas partes. La alternancia debe ser muy frecuente, es sano para todo el mundo.


Vea que cuando un partido ha gobierno mira las cosas de una manera y cuando pasa a oposición las ve de otra, y eso es educativo, y cuando vuelve al gobierno esa experiencia ya la tiene, independientemente de cómo al maneje. Estar mucho tiempo en el poder da la sensación que el poder me pertenece, y puedo hacer cualquier cosa en el poder y eso no es sano.

Entonces aquí vemos, una vez más, que falta agenda de nación…

Sí, es que eso es lo que debe haber, sobre todo una agenda básica, los políticos deben trabajar en la elaboración de una agenda básica de país, que no existe, pues siempre hay cosas básicas que se van dando, y si no hay una agenda básica el problema puede ser que las cosas básicas se vayan resolviendo a golpe de ocasión, que tampoco debe ser así, es otro de los componentes de la democracia en acción.


¿Cómo ve el rol de ARENA por primera vez en la oposición?

Para ellos el momento en que se produjo el gane electoral del FMLN sufrieron un gran trauma que, en la lógica democrática, no tenía que existir. Están, imagino, tratando de superar ese trauma y lo tienen que superar. No sé hasta qué punto lo han superado pues no tengo conocimiento de su interioridad, pero inevitablemente tienen que hacerlo, sobre todo porque la ciudadanía salvadoreña ha hecho un gran esfuerzo en esta postguerra por mantener fuertes a las principales expresiones partidarias del país, y no por reconocimiento de sus méritos, no es cuestión que me mantienen fuerte por lo que hago, pues eso es discutible, se trata que la ciudadanía entiende, no necesariamente de forma intelectual ni consciente, que el sistema político necesita fuerzas partidarias importantes, significativas y permanentes. Mire como ahora en las encuestas, las dos fuerzas principales prácticamente están en el mismo equilibrio.


¿Y eso significa que el salvadoreño es variable o que está buscando su identidad política?

Es una percepción, no necesariamente consciente ni mucho menso intelectual, que el sistema para ser estable necesita que los actores estén allí, que sean permanentes y que tengan fuerza, y por eso usted ve que en estos 20 años, independiente de los errores de cada uno de ellos, no sé si en el futuro cambiará, hasta ahora el electorado salvadoreño no ha optado por hacer sustituciones abruptas de nada ni de nadie, están allí, y es parte de la experiencia vivida, hay algo que se llama sabiduría popular, que no está en los libros, está en la vida, y después de haber pasado tantas pruebas uno aprende aunque uno muchas veces no se dé cuenta que ha aprendido.


El salvadoreño tiene mucha sabiduría de la vida, y usted lo ve en las calles, en cualquier parte, y encuentra personas que tienen una inteligencia y una capacidad de discernir impresionante.


¿Y cree que el salvadoreño es fácil de cambiar de posición ideológica?

No, el salvadoreño no es fácil de cambiar de posición ideológica, no, porque justamente tiene la experiencia de haber vivido todo este proceso a lo largo del tiempo, es una experiencia acumulada y sufrida. Me admira cómo el salvadoreño, a lo largo de todo esto, con una democracia que empezó en 1981, 30 años, el electorado salvadoreño nunca se ha equivocado de una manera garrafal, nunca.


El país ha visto también que tras fallos de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), los diputados han reaccionado y constantemente confrontan, se trata de diferencias que antes no ocurrían, ¿qué pasa?.

Eso es parte de este aprendizaje, y hay una cosa fundamental en la vida, y es que si los fenómenos no se realizan en la forma natural que deben realizarse, viene la realidad y empieza a hacerlo colateralmente. La reforma política y la reforma electoral, que están allí como necesidad, como objetivos, aspiraciones, desde hace mucho tiempo, prácticamente toda la postguerra. Las fuerzas políticas nos e han sentado seriamente a tratar el tema de la reforma electoral y reforma política, les tocaría ser gestores de eso, y no por arbitrio, sino porque el proceso eso demanda. Si no lo han hecho viene la realidad y lo hace de otra manera. No es natural que la reforma política sea por la vía de la inconstitucionalidad, lo naturas es que lo hagan las fuerzas políticas, pero no lo hacen.

Ellos deben sentarse y digan que vamos a hacer esta renovación, este cambio aquí, esta modernización aquí, pero si no lo hacen la realidad empieza a actuar, y así lo está haciendo, por la vía de la inconstitucionalidad, que es mucho más traumático, y los partidos políticos empiezan a defenderse, y es lo que vemos en el ambiente. Esto debería traer es que haya una verdadera reforma, se necesita una verdadera reforma electoral y política hecha por los actores políticos, en interacción con la realidad y con la ciudadanía.


Pero quiere decir que si antes esas diferencias las veíamos entre el Ejecutivo y Legislativo, ahora son Legislativo y Judicial, el cántaro está por estallar entonces…

Es entre todos, porque cuando uno empieza a hacer las cosas en el orden que no es le natural todo parece muy complicado, y la realidad es que uno debe tener la disciplina en hacer las cosas como deben ser hechas, eso es lo que deberíamos aprender de esto como lección y moraleja.


Quiere decir que podemos esperar más cosas que exploten, doctor…

Sí, pero creo que la realidad, al final de cuentas, es la que va ordenando todas las cosas. De seguro, un tiempo prudencial, la realidad se manifestó, pero ahora se manifiesta en el punto que la reforma electoral y política, ordenada y estructurada y completa ya no admite dilaciones.


¿Cree que la izquierda y la derecha en el país han avanzado con un entendimiento o han marcado más sus diferencias?

Ni una cosa ni la otra, la izquierda y la derecha se están resistiendo a aceptar a lógica básica de la democracia, aunque ellos se manejan con bastante respeto a los principios funcionales de la democracia, pero no aceptan la lógica de la democracia, y se trata de un juego de relatividades, es lo que les cuesta mucho aceptar, que no tiene que ver con las ideologías.


Lo que pasa es que venimos de una época, en el país y el mundo, donde el juego ideológico era de vida o muerte, de pierdo o gano, y nosotros que llegamos a la guerra, donde el principio básico es que para que yo sobreviva tengo que eliminar al que está enfrente.


Y los principales protagonistas en la guerra fueron la guerrilla y la Fuerza Armada, ¿cree que ya olvidaron que fueron enemigos de batalla?

Creo que sí, pero lo que pasa es como pasó al guerra cada quien se fue para su mundo, la FA tomó su rol institucional y el MLN se convirtió en partido político, si al final de cuentas es la lógica básica. El principal mensaje del Acuerdo de Paz está dado para la FA y el FMLN, en función del ejercicio del poder político. La FA es la que ejercía la gerencia política, absolutamente incompatible con el Estado normal, y la izquierda, como no tenía espacio legal se hizo fuerza subversiva, básico en cualquier circunstancia.


Con el nombramiento de David Munguía Payés al frente de la seguridad pública, usted dijo que eso no era sano para el país…

Creo que eso se ha dramatizado, a estas alturas no es el problema de entonces, el problema no era si eran o no militares, el problema era el rol que ejercía la FA. Ahora eso ya no existe, no veo que haya problemas, sinceramente no lo veo.


El Frente dice que se cae en riesgo de militarizar la seguridad pública, ¿cree que en algún momento se rompan los Acuerdos de Paz?

No, eso es imposible, primero es un hecho histórico, no es irromplible. Las condiciones y las circunstancias son completamente diferentes, y además ni las condiciones objetivas son las de entonces ni las fuerzas, por mucho que se resistan en algunas cosas a aceptar que el fenómeno evoluciona, tampoco son las mismas. La vida es otra cosa hoy.


Doctor, con el traspaso de poder de un partido a otro, ¿se cierra el ciclo de la democracia en el poder?

No, sólo hace entrega; es cuestión que el fenómeno del relevo es natural, no tiene por qué ser traumático para nadie, el problema es que aquí también es que las imágenes que todavía proyectan los partidos políticos principales están muy vinculadas con lo que ellos eran y sentían entonces, es una cuestión más de imagen que de realidad. Y esa imagen la vemos mucho en la Asamblea Legislativa…


Creo que la Asamblea es una especie de muestrario tanto de las virtudes como de los defectos del sistema político. Para empezar creo que hay que hacer un ejercicio importante de redefinición de la representatividad en la Asamblea.


Vamos a ir avanzando hacia un esquema ya no de representación departamental genérica, sino a un esquema de distritos unipersonales, o uninominales, en que usted vota por la persona, pero no en el papel, sino que su candidato es aquel, y el otro pone un candidato y usted escoge igual como los alcaldes, eso marca después grandes diferencias en las percepciones ciudadanas.

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