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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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lunes, 22 de agosto de 2011

Las elecciones se avecinan y aún hay mucho por hacer (LPG)

Estamos en una fase histórica en la que se impone impulsar mucho más la dinámica de reajustes modernizadores, en este y en prácticamente todos los órdenes.

La Asamblea Legislativa aprobó el presupuesto para la realización de las elecciones legislativas y municipales de marzo próximo, con un monto un tanto menor que el solicitado por el TSE. Pero al menos ya el tema financiero está resuelto. Ahora tendrá que venir un trabajo intensivo para informar a la población, lo más efectivamente que sea posible, sobre los cambios en el proceso de votación, en especial en lo que se refiere a la forma de votar, porque al desbloquearse las listas y al incorporarse las candidaturas no partidarias el votante tendrá que tener bien claras sus opciones, para que no se venga un alud de votos nulos o de votos no conscientes. Esta tarea educativa debió haberse emprendido desde hace bastante tiempo, para que calara en el ánimo de la población; y este es otro de los inconvenientes de generar reformas por vía indirecta, como es la inconstitucionalidad. Pero es lo que ahora tenemos, y hay que enfrentarlo.

Otro de los puntos que se vuelven sintomáticos en las condiciones actuales es la apatía que han mostrado hasta la fecha los nuevos votantes potenciales, que son jóvenes que llegarán a la mayoría de edad de aquí al 10 de marzo de 2012. El TSE está empeñado en una campaña que motive a esos jóvenes desde aquí hasta el 12 de septiembre; pero la apatía mencionada debe hacer reflexionar tanto a los políticos como a las instituciones, porque en el ambiente viene creciendo una peligrosa sensación de desencanto sobre el modo en que funcionan y se comportan las organizaciones partidarias, en sí y como factores de poder gubernamental.
Es claro que todo lo que ha venido pasando durante los meses recientes en referencia al sistema electoral indica que ya es inaplazable el enfrentar una reforma sustantiva del mismo por las vías naturales, que son las del entendimiento político entre fuerzas y sectores, para que los resultados sean consistentes, ordenados y sostenibles. Hacerlo por vía indirecta, como son las sentencias de inconstitucionalidad, no sólo tiene riesgos de traumatización como los que ya se han visto, sino que impide organizar un programa calendarizable de cambios.
La experiencia recién vivida es muy aleccionadora al respecto; y, sin duda, las elecciones que se avecinan dejarán otras lecciones, en razón de sus resultados. Estamos en una fase histórica en la que se impone impulsar mucho más la dinámica de reajustes modernizadores, en este y en prácticamente todos los órdenes. Queda visto y comprobado, por la misma fuerza de los hechos y de las reacciones ante los mismos, que ya no es posible seguirse amparando en los acomodos a la rutina: nuestra reforma política y electoral debe ser tomada en serio, como propósito integral, lo cual implica abandonar la práctica de hacer cambios puntuales al vaivén de las conveniencias.
No olvidemos que las elecciones de 2012 serán la antesala de las presidenciales de 2014. Los tiempos políticos se van acortando en forma acelerada, y eso estimula inevitablemente las ansiedades y las pasiones políticas. Lo que habría que asegurar es que éstas no lo copen todo, en detrimento del buen manejo de la actual coyuntura histórica, tan determinante para el proceso democrático nacional. Ahora más que nunca necesitamos cabezas frías y voluntades que sepan ponerse por encima de las turbulencias. Insistimos aquí en la necesidad de que todos los entes de poder, sean gubernamentales o partidarios, ejerzan responsablemente el autocontrol, como mecanismo de balance dentro de una realidad que tan fácilmente tiende a desequilibrarse.

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