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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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martes, 28 de agosto de 2012

No podemos seguir perdiendo más tiempo en la ruta del desarrollo (LPG)

En lo que se refiere al territorio, los grandes proyectos son indispensables, para que sirvan de focos de modernización en todos los sentidos. 

El año 2012 nos dejará sin duda muchas experiencias que deberán ser reconocidas, acumuladas y procesadas para sacarles todos los provechos posibles a las complejas y traumáticas pruebas vividas. No es un año excepcional en ese sentido, sino que es otro eslabón en la cadena de las dificultades nacionales, que vienen sumándose a lo largo de este trayecto evolutivo que tomó impulso luego del fin de la guerra, en 1992. Vivimos, desde entonces, diversas transiciones entrelazadas, aunque haya muchos que se nieguen a aceptar el concepto transicional en marcha, porque se han quedado fijados en la primera etapa: de la guerra a la posguerra.
Ahora deberíamos saber, por evidencia de los hechos en estas dos décadas transcurridas desde 1992, que tanto la paz como la democracia no se logran por acuerdo o por decreto, sino que se construyen en un prolongado ejercicio de correcciones, de renovaciones y de innovaciones, en lo político y también en lo socioeconómico. Nada se conquista en forma definitiva, como podemos constatarlo con lo que pasa respecto de la prosperidad en los países presuntamente más avanzados: las irresponsabilidades y los descuidos en el tratamiento de los desafíos que la prosperidad pone a diario ha llevado a situaciones tan desesperadas como la de la Europa actual.

En nuestro caso, padecemos los lastres y los desajustes resultantes de no haber sabido construir un proyecto nacional a tiempo. La fecha más propicia debió ubicarse al comienzo de la posguerra. No se hizo, por miopía política y por recurrencia de los esquemas mentales de la guerra. Y lo más lamentable es que, a estas alturas, continuamos perdiendo tiempo, como puede advertirse en los grandes proyectos de desarrollo territorial, como el Puerto de La Unión, cuyo funcionamiento integral va siendo postergado, mientras en el vecindario emergen proyectos competitivos que surgieron después y que hoy van adelante. Si dicho Puerto hubiera sido concesionado en 2008, otros aires estarían soplando. Pero los intereses mezquinos y los prejuicios obsoletos han podido más hasta la fecha. A ver si eso se supera, y las cosas no sólo se hacen, sino que se hacen bien. ¿Pero cuándo? En este mundo de alta competitividad, el que parpadea, pierde, más que nunca.
Venimos señalando desde hace tiempos que nuestro país necesita enrumbarse hacia el desarrollo de una manera ordenada y audaz. Ni el orden ni la audacia han cuajado como se debe, y eso que el país requiere avanzar en un tren de alta velocidad y la red vial disponible es para maquinarias del siglo pasado. Requerimos viabilizar conjuntamente varias formas de desarrollo: el local, el territorial, el humano, el institucional y el ambiental, y todos ellos en función a la vez nacional, regional y global. En lo que se refiere al territorio, los grandes proyectos son indispensables, para que sirvan de focos de modernización en todos los sentidos. Se trata de crecer y a la vez de cambiar significativamente las condiciones de vida. Hablar de desarrollo en forma genérica es no pasar de lo mismo que ya mostró su inoperancia desde hace largo rato.
Al ser así las cosas, resulta aún más absurdo el enfrentamiento actual entre una cúpula del sector público y otra cúpula del sector privado. Es como si de pronto estuviéramos en un escenario enteramente surrealista. Lo que tendría que hacerse cuanto antes es sentarse a limar aristas circunstanciales para dedicarse de inmediato a lo que el país demanda, que es visión, interacción y proyección. Todo lo demás es pura y llana pérdida de tiempo.

 

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