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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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jueves, 23 de agosto de 2012

Hacer un esfuerzo en forma para que la normalidad impere en el país (LPG)

No podemos aceptar pasivamente que entre el sector público y el sector privado se abran abismos artificiales. Apelamos, pues, a la sensatez de todos, para hacer valer el bien común.

Se ha resuelto el incidente tan traumático que mantuvo en pugna a la Asamblea Legislativa y a la Sala de lo Constitucional por varios meses. Un incidente evitable que, al convertirse en conflicto, hubiera podido resolverse con buena voluntad política; pero hubo que recibir “mensajes” muy elocuentes del Norte para entrar en vía de razón. Ya es tiempo de que la razón opere por nuestra propia cuenta. Pero bien, ahora hay una solución y, en ese punto, hay que ver hacia adelante, con el fin de que el Órgano Judicial se normalice. Y en lo que se refiere a la colaboración entre órganos para el ejercicio de las funciones públicas, hay que convertirla en mecanismo eficiente y permanente, por mandato constitucional y por imperativo de efectividad democrática.
Pero el trastorno generado ha producido otros efectos muy indeseables, a los que ahora también hay que darles solución, para beneficio de la dinámica nacional en su conjunto. Aunque los desencuentros y los desacuerdos entre la cúpula del Ejecutivo y la cúpula del sector empresarial venían acumulándose desde hace ya buen rato, la reciente crisis institucional vino a poner dicha situación al rojo vivo, al generarse una serie de acciones y reacciones en torno a lo que debía ser el respeto a la constitucionalidad y al Estado de Derecho. Un pimpón de acusaciones y contraacusaciones ha derivado en una práctica ruptura entre el Ejecutivo y la ANEP, lo cual es, desde luego, mucho más grave que una simple disputa por posiciones.

En este momento tan delicado de la problemática nacional, cuando lo que se impone es armonizar y articular esfuerzos para encontrarles salidas a tantas cuestiones espinosas y ponerlas en práctica de la manera más constructiva que sea posible, el que haya un divorcio entre la conducción política y la conducción empresarial es francamente inconcebible. Esto no se veía en el país desde hace muchísimos años, y debería resolverse cuanto antes, para no derivar en trastornos mayores. Aquí no puede operar el mismo procedimiento que llevó a la solución del conflicto institucional, porque no se trata de una negociación: lo que habría que buscar es el diálogo franco y sereno, que supere el choque de exabruptos, que siempre se convierte en espiral. No podemos aceptar pasivamente que entre el sector público y el sector privado se abran abismos artificiales. Apelamos, pues, a la sensatez de todos, para hacer valer el bien común.
Pero también en el sector social y laboral hay muchos reclamos que ya están siendo contaminados evidentemente por la pesada atmósfera de la campaña presidencial en marcha. Es muy difícil atajar esta tendencia, pero nunca resulta inoficioso hacerles ver a las distintas fuerzas políticas ya en plena beligerancia que tienen una responsabilidad que está por encima de la competencia que les absorbe el seso: la responsabilidad de contribuir a que el país avance en vez de estancarse, como es el caso con tantos factores adversos que se van presentando en el día a día.
En resumen, la tarea de normalizar la vida nacional en función de la estabilidad y del desarrollo es mandato urgente para todas las fuerzas en juego y para la sociedad en su conjunto. No puede haber confianza si no hay armonía, y no puede haber armonía si no hay entendimientos que funcionen como tales. Nuestro futuro no se agota en marzo de 2014, ni mucho menos.
Que los que compiten lo hagan bien, y en bien de la nación, que es la que vamos construyendo ininterrumpidamente a lo largo del tiempo.

 

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