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MODERACION
viernes, 25 de mayo de 2012
Moderación ante todo (LPG)
Lo único que no tiene solución es la muerte, dice el
adagio popular. Eso es cierto. De allí, todo, absolutamente todo, tiene solución. Más aún, si todos ponemos de nuestra parte para alcanzar acuerdos y soluciones. Este principio se aplica a tantas facetas de la vida. Pero parece que se aplica y urge más en la esfera de la cosa pública: la política.
Hay quienes se dedican con acciones y palabras a revolver las aguas.
Sus ideas, iluminadas por el extremismo e ideas incendiarias, generan
sensacionales titulares mediáticos, pero descorazonan a las mayorías de
ciudadanos que claman por un cese al pleito estéril y a las posiciones
irreconciliables.
La gente dice “no más”; y quien no lo
entienda, peca de torpe y de necio. Si en algún lugar se debieran
entender estas realidades, es aquí. Por tanto tiempo El Salvador
fue víctima del extremismo y de la falta de tolerancia. La historia
nacional está repleta de ejemplos trágicos de cuando la falta de
moderación y sensatez resultaron en muerte y en violencia innecesaria.
Por
eso, a 20 años del fin del conflicto armado que desangró y llenó de
luto al país, estas son horas que nuestros “representantes” debieran
entender que la retórica inflamatoria y la prepotencia son
características que la mayoría de salvadoreños rechaza y aborrece. Esta
gente sufrida merece más. Los problemas que enfrenta la ciudadanía de
manera cotidiana son demasiado graves para no tomarlos con seriedad. El
país necesita una clase política responsable y madura para buscar las
soluciones que la gente demanda. Sobre todo en época de crisis globales,
tanto en lo económico, como en lo social.
Los estudios
de opinión pública son claros en revelar con cifras inequívocas que la
población espera mucho más de su clase política. Los extremismos y la
insensatez generan rechazo y estupor en la gente. Pero los salvadoreños
son gente tan noble que no pierde las esperanzas de un futuro mejor.
Como
mínimo, la clase política nacional debe tomar en serio las expectativas
de la gente. La crisis y los problemas que enfrenta la ciudadanía son
tan serios, que los políticos deben actuar con verdadera empatía y
responsabilidad. De lo contrario, estaríamos en riesgo de generar
situaciones como las que se han creado en otras latitudes, donde la
gente, cansada del abuso y la sinvergüenzada, ha actuado para poner fin a
su situación de desventaja.
El Salvador necesita
políticos serios y sensibles a la suerte de las mayorías. El país
necesita gente responsable en puestos de poder político. Los partidos
políticos deben hacer a un lado sus intereses cupulares y sectoriales, y
por fin poner en primera plana los intereses de las personas más
desprotegidas.
El país necesita gente moderada para
liderar el camino hacia el futuro. Ya probamos con los extremos y ello
nos condujo a una guerra fratricida. Es el momento de gente sensata y
sensible a los problemas de los salvadoreños que día a día dan el
ejemplo al salir muy temprano a las calles en busca de un sustento digno
para sostener a los suyos. Es ese El Salvadoreño que debe
inspirar a nuestros dirigentes a actuar de manera responsable y sensata
para buscar soluciones a los problemas y ansiedades de la gente.
Ese es el ciudadano que debe motivar a los “servidores públicos” a construir un mejor país.
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