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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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martes, 22 de mayo de 2012

La clave está en que todos empujemos en la misma dirección (LPG)

El desarrollo está a nuestro alcance siempre que estemos dispuestos a dejar atrás los aldeanismos constrictores, para asumir los riesgos de la nueva competitividad en todos los planos.

El país necesita crecer hacia adentro y hacia afuera. Es decir, volverse realmente competitivo tanto en el interior como hacia el exterior. Eso requiere tener a la mano y bien definidos un mapa de situación y varias hojas de ruta. La estabilidad, la creatividad, la productividad y la competitividad van más que nunca de la mano, y ninguna de ellas puede funcionar como las circunstancias y los desafíos demandan si las otras no están presentes en el mismo nivel de actualización y de efectividad. El desafío, pues, es altamente complejo y requiere ser asumido por todas las llamadas “fuerzas vivas” del país, en la más amplia acepción de dicho término.

Se habla con frecuencia y aun con insistencia de lograr acuerdos nacionales sobre temáticas específicas referentes a cuestiones críticas y palpitantes de la realidad nacional. En estos momentos, desde la Presidencia de la República, hay una iniciativa en marcha para llegar a un acuerdo sobre las formas de encarar la inseguridad que padecemos desde hace tanto tiempo, específicamente en lo que se refiere a la delincuencia juvenil y a las formas de prevenirla y controlarla.

Pero alcanzar un acuerdo de tal magnitud requiere una estrategia de trabajo para ir avanzando en la construcción de entendimientos, y a eso hay que dedicarle tiempo, voluntad y procedimientos adecuados. Luego de las reuniones que se están dando habría que pasar al esfuerzo constructivo en común, si se quiere llegar a algo sustancial. Desde luego, lo que hay que garantizar en primer término es que se tome verdadera conciencia, en todos los sectores y en todos los niveles, de que nada podrá funcionar si no se logra poner todas las voluntades nacionales en la misma sintonía y en la misma dirección, lo cual no significa, por supuesto, que se pretenda una unanimidad artificial, sino que debe buscarse una armonía responsable en el manejo de las políticas públicas, con visión y proyección de futuro. Lo que se necesita es hacer real el consenso, que demanda mucho más que diálogos superficiales y circunstanciales. De nada sirve, y más bien resulta contraproducente y desgastante, el seguir en el ejercicio de los acercamientos a medias: hay que animarse a tocar fondo en la problemática del país, para que se hagan factibles las soluciones que respondan al fenómeno real.
En nuestro país nunca se ha producido una dinámica que conjunte voluntades en un proyecto de nación. Este de seguro es el déficit que más pesa sobre el proceso democrático por el que vamos avanzando. Y, de no corregir dicho déficit, continuaremos braceando sin avanzar como se debe y como se requiere. Entretanto, los problemas acumulados continúan complicándose y las oportunidades de desarrollo siguen desperdiciándose.
Es hora de enderezar el rumbo, y esto sólo puede ser concretado sobre la base del compromiso de todos los sectores y todas las fuerzas. Ya no podemos mantenernos en el juego de la retórica tradicional, ni hacer caso omiso de las demandas y los desafíos de un mundo al que por primera vez tenemos verdadero acceso por la vía de las aperturas globalizadoras.
El desarrollo está a nuestro alcance siempre que estemos dispuestos a dejar atrás los aldeanismos constrictores, para asumir los riesgos de la nueva competitividad en todos los planos. El país tiene futuro disponible en la medida que se decida a enfrentarlo como un todo nacional. Los fraccionamientos internos son la receta perfecta del aislamiento y del fracaso.

 

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