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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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jueves, 26 de abril de 2012

Pese a los errores y las carencias, hay que seguir adelante (LPG)

El país no puede darse el lujo de continuar perdiendo tiempo precioso para relanzar en serio su crecimiento económico, que se mantiene en una modorra que tiene incidencia generalizada en el ambiente.

Antenoche, en la Asamblea, quedó constancia, una vez más, de que la institucionalidad política se ocupa más de sus propios intereses que de los intereses de la nación. La ciudadanía va dando sus aportes estabilizadores en forma sucesiva, por medio del proceso electoral y cada vez más a través de la opinión ciudadana, organizada o general; pero los oídos de los políticos parecen sellados por una cera histórica que ya tiene condiciones pétreas. En todo caso, esta es la “clase política” con que contamos, y es con la que tenemos que lidiar, en medio de dificultades que se van acumulando en el ambiente, en detrimento de las dinámicas del desarrollo.
La actual legislatura está por concluir, y la correlación de fuerzas imperante en la misma ha querido dejar el mayor número posible de cosas amarradas a su gusto, en vez de prepararse con naturalidad para que la que viene pueda construir nuevas bases de entendimiento, en función de la correlación establecida por los resultados electorales del pasado 11 de marzo.

A fin de que nuestro ejercicio político se estabilice más allá de las sucesivas coyunturas electorales, lo primero que tendría que lograrse es que las fuerzas partidarias tomen esos sucesivos resultados electorales como algo normal, y no como efectos traumáticos que hay que enfrentar traumáticamente.
Como decíamos ayer, ahora ya estamos ubicados en el escenario de las elecciones presidenciales que tendrán lugar a comienzos de 2014. Eso es inevitable, pero debería ser manejable, para que las distintas dinámicas nacionales no queden subordinadas de manera paralizante al clima de ansiedades en que se mueve nuestra competitividad política. El país necesita seguir adelante, y no en forma mecánica, a como venga, sino dentro de un esfuerzo de racionalización y de certidumbre que nos permita ir superando el cúmulo de limitaciones que estorba nuestro avance hacia el desarrollo. Esto no se hará desde los despachos oficiales, sino desde la realidad; y por eso la ciudadanía debe presionar, con todo lo que tenga, en pro de una modernización realista, eficaz y sostenible en todos los órdenes.
El país no puede darse el lujo de continuar perdiendo tiempo precioso para relanzar en serio su crecimiento económico, que se mantiene en una modorra que tiene incidencia generalizada en el ambiente. Se requiere un análisis sincero e interactivo de las razones que nos hacen estar a la cola en Centroamérica. Tenemos un serio problema de competitividad, tanto social como empresarial, lo cual no se resuelve con medidas de ocasión ni con proyecciones de corto alcance. Y si a esto se suma la incertidumbre política, el panorama se complica al máximo, como lo estamos viendo incesantemente en el día a día. Esos son los temas y los desafíos que deberían tenernos preocupados y, sobre todo, ocupados a todos.
La política, en vez de funcionar como retranca, debería actuar como motor del progreso nacional, que es lo que no ha venido ocurriendo tradicionalmente en el país. Esto implica que la institucionalidad asuma el rol que le corresponde, más allá de las ataduras partidarias o sectoriales. Lograrlo es una de las tareas básicas en esta hora tan crucial para la nación.
La ciudadanía, por medio de sus distintas formas de expresión, debe mantenerse muy atenta a los movimientos que se van dando en el campo del quehacer político, tanto institucional como partidario. Vienen decisiones vitales, y habrá que hacer todo lo necesario para acertar en ellas.

 

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