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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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jueves, 19 de abril de 2012

Difícilmente saldremos adelante si no prevalecen las cabezas frías (LPG)

Se han difuminado los famosos “milagros económicos”; y lo que queda, como única receta válida, es enfrentarse al presente y al futuro con las herramientas de la razón y del orden, según debió haber sido siempre.

En tanto más complejos y apremiantes son los desafíos que va trayendo la realidad, en cualquier área en que ésta se manifieste, más aplomo y determinación se requieren para poner en práctica los tratamientos adecuados, que sean capaces de conducir hacia las soluciones pertinentes y sostenibles. Desde luego, lo más fácil y atractivo es engolosinarse con lo que responde obedientemente a los apetitos de los individuos o de los grupos sociales; y, según puede verse ahora mismo en el mapa global, de esa tendencia perversa nadie está inmune, y los efectos devastadores se hallan dramáticamente a la vista.
Los coletazos de la crisis global que se alzó, como un tsunami, en 2008, aunque sus señales hubieran podido rastrearse desde mucho antes, por la acumulación de irresponsabilidades políticas y financieras que circulaban por doquier, nos golpean a todos, así sea con distintos impactos y cadenas de consecuencias. Se han difuminado los famosos “milagros económicos”; y lo que queda, como única receta válida, es enfrentarse al presente y al futuro con las herramientas de la razón y del orden, según debió haber sido siempre. Después de esta gran prueba nadie debería quedar invitado a repetir errores tan patentes, aunque ya sabemos que la naturaleza humana es en muchos sentidos incorregible.

Este, en el mundo, es el momento para que entren en acción las “cabezas frías”; es decir, los pensamientos y los sentimientos bien organizados, que tengan suficiente consistencia y voluntad para reconocer los estragos del comportamiento irresponsable, identificar los desafíos de un mundo en mutación acelerada y estructurar las estrategias y las tácticas que permitan administrar inteligentemente la realidad. Hay que precisar de inmediato que “cabezas frías” no es sinónimo de intelectos insensibles. Para el caso, hay que dominar la tentación de poner el futuro en manos de tecnócratas, sólo porque los políticos han cometido tantos errores; de lo que se trata es de que la política interactúe con la técnica, respetando los roles de cada quien, y haciendo todo lo necesario para que cada quien cumpla bien su rol, que es lo que no ha pasado.
En nuestro país, venimos viviendo a lo largo de la posguerra un calentamiento progresivo de las actitudes políticas, derivado en buena medida de que la competencia se ha dado, se da y de seguro se seguirá dando entre las fuerzas que nacieron durante la guerra y que mantienen muchos de los combustibles anímicos que caracterizaron al conflicto bélico.
Pero hoy estamos en el ejercicio democrático, y para que éste funcione con normalidad continuada hay que ir desactivando las calenturas tradicionales. Todas las cosas atinentes a la gestión pública y al desempeño de la actividad privada tienen que estar enmarcadas en la legalidad y en la responsabilidad. Y los poderes institucionales tienen el deber de dar el primer ejemplo al respecto.
Ahora mismo, en la Asamblea Legislativa, con la elección de funcionarios decisivos para el buen desenvolvimiento de la dinámica estatal, veremos si logran prevalecer las decisiones inteligentes y apegadas estrictamente a la legalidad sobre los acomodos del interés partidario. Cada oportunidad que se pierde y cada oportunidad que se gana en la línea del perfeccionamiento democrático se carga al debe y al haber de la evolución nacional.

 

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