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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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martes, 17 de abril de 2012

Construyamos una estrategia de diálogo (LPG)

En la lucha contra la violencia diversos planes implementados, como las célebres manos dura y superdura, han resultado fallidos o insuficientes, debido, sobre todo, a que dichos planes se han centrado en lo represivo.

El actual Gobierno en los últimos meses ha tomado algunas medidas controversiales, tal la conducción del Ministerio de Justicia y Seguridad y la PNC por militares recién retirados, y la facilitación para que los líderes de las pandillas recluidos en los diversos penales pactaran una tregua.
Los resultados de esta última, coinciden analistas y observadores, son inciertos y los de la conducción de las funciones de seguridad provocan recelo ante una posible militarización de esa cartera. Pero, sean cuales sean las desconfianzas y expectativas no se puede negar que, en el rubro asesinatos, los índices han disminuido, mientras que las extorsiones se encuentran a la alza.
Y es que la definitiva solución al problema de la violencia y la inseguridad no será resultado de un acuerdo entre pandillas (cuya importancia no niego) sino de los salvadoreños todos, sin importar condición académica, política, económica o de credo. Desde el más humilde empleado hasta las más encumbradas esferas del poder, político y económico, somos víctimas de la violencia y el crimen, y lo seguiremos siendo, si continuamos como espectadores pasivos y no asumimos, más que como buenos ciudadanos, como seres humanos nuestro papel de sujetos reflexivos y activos, capaces de transformar la realidad que nos agobia.

Los salvadoreños mostramos ese espíritu ante la adversidad, con la firma de los Acuerdos de Paz. Entonces, pusimos en juego nuestra capacidad para entendernos y buscar solución a los problemas de la nación. Comprendimos que había que terminar un conflicto, pero también pudimos reconocer que para que el país camine y se desarrolle en paz no basta con parar la situación conflictiva, sino que se debe atender las causas que la produjeron y las conflictivas y aflictivas condiciones de vida, para solucionar los males estructurales que son la raíz del problema.
En ese sentido, debemos tomar individualmente –como personas naturales o jurídicas– y a corto plazo para detener la escalada de violencia; la sociedad salvadoreña, de la cual nuestra iglesia es parte, debería tomar la palabra al presidente Funes en su llamado a un acuerdo de nación, y a partir de una reflexión profunda e impostergable sumarse a un esfuerzo que desde el Consejo Nacional de Educación hemos venido proclamando e impulsando.
Los empresarios, los agricultores, los empleados públicos, los docentes, el Gobierno, la empresa privada, las iglesias de las diferentes denominaciones, la juventud, etcétera, tenemos que involucrarnos directamente para buscar las medidas a tomar para, en primer lugar, detener la escalada de violencia, y, en segundo, para hacer de nuestra patria una nación basada en la tolerancia, la equidad y la inclusión; eliminando de esa manera el caldo de cultivo en el que nace y se reproduce la violencia.
Si de verdad nos sentimos afectados por la violencia desatada en nuestro territorio y nos preocupa la vida de nuestros hermanos, es nuestra responsabilidad deponer ideologías y credos, intereses personales y corporativos, para lograr no una tregua, sino un Acuerdo de Nación que encamine a El Salvador por rumbos de paz.
Para ello, el Gobierno debe construir una estrategia dirigida a operativizar el llamado del presidente de la República, para que no sea solo un llamado más –expresado al calor de la necesidad de justificar medidas que despertaron incertidumbres– y se convierta en una verdadera esperanza para el pueblo salvadoreño.
pastor@carlosrivas.com

 

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