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*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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miércoles, 18 de abril de 2012

Cárceles productivas (El Mundo)

Las cárceles pueden volverse productivas, si consideramos que es productivo convertir un asesino, ladrón, violador, estafador, extorsionista, etc… en personas de bien.
La cárcel aun y cuando es un recinto de aislamiento no tiene por qué convertirse en una cloaca o deposito final de aquellos hombres y mujeres que no pudieron tener la suficiente fuerza de voluntad, o los principios, para mantenerse lejos del mal y del crimen.
No tiene porqué ser la peor de las experiencias humanas para que logre su objetivo de intimidar, prevenir y lograr una especie de fuerza que mantenga a raya los pensamientos y acciones negativas de la sociedad.
Una cárcel, más bien, debe ser un lugar de re-adaptación, de re-aprendizaje, donde las conductas negativas sean transformadas por medio del arrepentimiento y la pérdida del contacto con el exterior, en un motivador de cambio, que lleve al escarmiento como mecanismo de re-educación y aquel que lo asuma, podrá luego de cumplir su condena, regresar y mostrar a la sociedad que ya no es el mismo y que no volverá a cometer delito, incluso que podrá ser tan “bueno” como aquellos que nunca han pasado por la experiencia de la cárcel.

Sin embargo los sistemas carcelarios en la historia no son precisamente un sistema de re-adaptación y han llegado a convertirse en verdaderos centros de castigo, donde se piensa que a más dolor, más olvido y más desprecio, mejor resultado en el efecto de prevención o de temor general a llegar a sus celdas.
Esto ha sucedido con el sistema penitenciario salvadoreño, lo hemos convertido en una cloaca donde el que llega quisiéramos fuera encerrado por siempre y, si es posible, que sufra todo tipo de torturas, castigos y reprimendas, muy al estilo de las cárceles medievales o de la Bastilla Francesa donde solo imaginar que se podía ser un inquilino podía provocar cualquier reacción, incluyendo la oferta de corrupción o compadrazgos para evitarla, o en el mejor de los casos una sociedad con miedo a la cárcel, a sus autoridades, pero no a la sociedad misma y por ahí puede ser que venga un cambio importante.
Si nos movemos a re-evaluar el sistema penitenciario, podríamos comenzar a cambiar las cosas, ya que si pasamos de cárceles del “terror” a centros de re-adaptación y educación quizás lograríamos lo que no se ha logrado en más de 100 años de sistema, que pasó de centros de represión, tortura y control político a centros de reclusión , sin observar las mínimas reglas de modificación de la conducta por medio de aprender a pensar, aprender a amar, aprender a trabajar y aprender a convivir, hemos creído que el solo hecho de llegar a una cárcel anula al ser humano, que lo hace menos y que al salir tampoco tiene porqué ser re-considerado para aprovechar la segunda oportunidad, es más, la sociedad salvadoreña no tiene en sus referentes sociales el re-adaptarse a personas re-adaptadas, por esto la construcción sistemática de criminales, su fortalecimiento organizacional, su rencor, su odio social y su condena a convertirse en “profesionales” del crimen es el único camino para miles de jóvenes que han pasado y están actualmente en los centros penales.
El tema no es de fácil asimilación, pero tampoco lo fue en su momento, el recibir en las universidades, en las instituciones públicas y en la misma familia a guerrilleros y soldados que por más de 10 años lo único que habían aprendido era a disparar y matar.
Las cárceles pueden volverse productivas, si consideramos que es productivo convertir un asesino, ladrón, violador, estafador, extorsionista, etc… en personas de bien, que puedan poner su mala experiencia en función de la sociedad, si podemos dar enseñanza formal, aprendizaje de oficios, emprendedurismo, incluyendo conocimiento de la fe cristiana a miles que llegan a la cárcel sin la mínima oportunidad previa, la situación sería otra.
Si podemos lograr un pacto de nación sobre el tema, debería ser en primera instancia, uno que ayude a ver las cárceles como verdaderas universidades del saber y no del crimen, verlas como una oportunidad productiva y no como un sistema de venganza social y muerte.

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