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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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jueves, 29 de septiembre de 2011

Hay que trabajar por la humanización plena de nuestra sociedad (LPG)

En nuestro país hay mucha frustración acumulada y mucha cólera reprimida, lo cual anímicamente constituye un lastre con el que es muy dificultoso avanzar en el sentido constructivo del progreso.

 Cada día se dan en el ambiente infinidad de situaciones que ponen en evidencia una creciente deshumanización de muchas prácticas de convivencia. Esto indica que hay un deterioro cada vez más profundo de las condiciones de vida en que se mueve buena parte de la población, por efecto de distintos factores socioeconómicos y psicosociales. Nunca hemos tenido una sociedad debidamente integrada, en la que haya imperado una política conducente a generar armonía, satisfacción social, progreso equitativo y visiones compartidas de futuro. A partir de dichas carencias, que ya son históricas y por ende se han convertido en estructurales, padecemos ahora, como conglomerado nacional, las consecuencias negativas que se traducen en delincuencia, conductas antisociales, violencia social e intrafamiliar, intolerancia extrema, explosividad temperamental al menor estímulo, anestesia moral frente a situaciones de máximo abuso, entre otras.

Los casos menudean a diario, sin que se vislumbren respuestas institucionales ni sociales que den la pauta de que vamos encontrando la ruta de las correcciones generales que necesitamos. Hace un par de días, por ejemplo, se conoció el caso de un niño de cinco años que era torturado por su madre y por su padrastro, dizque para controlarlo “por travieso”. Atado con alambres, sin comer y lacerado por los maltratos y los golpes, este niño victimizado es un candidato perfecto para entrar en la lista de los futuros inadaptados que se vuelven enemigos de sí mismos y de la sociedad. Hay que rescatar a ese niño y reorientar a esos padres. Aquí es donde la labor social e institucional debe hacerse presente para enderezar entuertos tan reprensibles y salvar vidas que merecen un horizonte de normalidad para ser útiles y productivas. Pero la sociedad vuelve la cara y las instituciones oyen como oír llover. Entretanto, abundan las quejas por la inseguridad y por el auge del crimen. Pero ¿qué se está haciendo, de fondo, por atacar las raíces humanas más profundas de toda esta problemática? Necesitamos, con urgencia, revisar todos nuestros esquemas de vida, y no en forma teórica sino eminentemente práctica. Y ahí saldrá sin duda una palabra clave: futuro. Los salvadoreños emigran en corriente caudalosa porque no ven dentro del país horizonte de futuro. Los jóvenes caen como presas de las pandillas y del crimen organizado porque no tienen condiciones que les posibiliten la autorrealización.
Tenemos que construir verdaderas expectativas de futuro para todos. Y esto pasa por crear un sistema de oportunidades que le ayuden a cada quien a ser lo que puede y lo que quiere ser, y que no solo se quede en el raquítico apoyo a la supervivencia mínima.
En nuestro país hay mucha frustración acumulada y mucha cólera reprimida, lo cual anímicamente constituye un lastre con el que es muy dificultoso avanzar en el sentido constructivo del progreso. Por eso venimos sosteniendo que nuestra situación tan crítica de inseguridad, de violencia y de criminalidad no es una mera cuestión de seguridad pública. Ese tipo de reduccionismos complican mucho más las cosas. Hay que enfocar los problemas como son para encontrar los remedios que funcionen de veras y de manera sostenible.
La tarea, entonces, es al mismo tiempo social, familiar, política, económica, educativa, moral y espiritual. Habría que tener una estrategia que lo abarque todo para que dé resultados reales y verificables.

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