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MODERACION

*La moderación es el proceso de eliminar o atenuar los extremos, es buscar el equilibrio.     *En la moderación se halla lo mejor en ética, en política, en economía. Por eso, Rubén Darío decía que “la moderación es el mejor de los bienes”.     La Real Academia Española define la moderación como sinónimo de “cordura, sensatez, templanza en las palabras o en las acciones”.     Son esas, precisamente, las características o cualidades que más se deben poner en práctica dentro de la política nacional.    

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viernes, 22 de julio de 2011

El desencanto ciudadano hacia los partidos políticos (Diario El Mundo)

En ningún momento se dijo que debía haber una partidocracia basada esencialmente en un verticalismo, con prohibiciones de candidaturas independientes.
Lic. José Carlos Molina Méndez
Miembro del  IIDC
 Como miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional (IIDC), Sección El Salvador, agradezco la oportunidad que nos da el Diario El Mundo para expresar nuestras opiniones, a título institucional y personal, como un aporte cultural hacia la sociedad salvadoreña.
Inicio esta nueva época de la Columna del IIDC, para comentar un tema que sigue siendo trascendental: los partidos políticos.

MCPHERSON en su libro “La democracia liberal y su época” hace énfasis en que, en la vida cotidiana, los ciudadanos constituyen potencialmente una masa que tiene en sus manos la oportunidad de decidir, en forma pacífica, el futuro político de un Estado. Dicha situación a juicio de DE GABRIEL PÉREZ en “La democracia en sus textos”, conlleva el dominio de los pocos a los muchos por medio de la persuasión y liderazgo de las masas y la burocratización del partido que permite que cierto grupo elitista tome el papel principal en el proceso político que lleva a una tendencia, la cual es el control de unos pocos, de una élite sobre una mayoría. Esta minoría elitista, son los partidos políticos cuya legitimidad la adquieren a partir de regulaciones constitucionales que permiten su acceso al poder a través de elecciones periódicas donde el pueblo manifiesta su soberanía eligiendo al partido de su preferencia, éstos son los que asignan el papel principal a grupos de dirigentes que se escogen a sí mismos.
Estos partidos políticos, a juicio de DOWNS no buscan la ejecución de determinadas políticas según su interés general, sino que son equipos de individuos que tratan de controlar el gobierno ganando el poder mediante las elecciones, siendo la motivación de sus miembros el deseo personal de la renta, el prestigio y el poder que proporcionan los cargos públicos, de ahí que todas sus acciones se dirijan a maximizar el número de votos a su favor y que la política solo interese como simple medio para ese fin. SCHUMPETER explica el funcionamiento del juego democrático como el propio mercado competitivo en que la democracia representativa es un procedimiento para la selección y recambio de elites gobernantes que compiten por el voto de manera análoga como los productos compiten por el mercado, que ofrecen o venden sus programas políticos como si fueran mercancías. Los partidos compiten entre ellos; los electores, como los consumidores, eligen entre las opciones que se les presentan. La lucha política es presentada como una libre competencia entre líderes para conseguir los votos del electorado; encontrando aquí el equilibrio entre la oferta y la demanda de mercaderías políticas.
Ahora bien, ¿qué opciones tiene el electorado ante situaciones poco democráticas?  afirmamos junto con LAPORTA que hay un cansancio o hastío de la democracia representativa y que este cansancio no se refiere a los representantes sino a la idea misma de representación o si esa suerte de desconfianza no se expresa respecto a éste o aquel partido, sino frente a la noción misma del partido, siendo el problema de cierta gravedad. Lo que aburre no son ciertas jugadas representativas o trilladas de unos u otros sino el sentido mismo del juego y de las reglas que lo organizan.
En El Salvador, el constituyente, inspirado en la democracia representativa,  estableció, en el Art. 85 de la norma fundamental, que el sistema político es pluralista y que se expresa por medio de los partidos políticos.
Las últimas coyunturas electorales, han establecido una “costumbre” por medio de la cual algunos partidos políticos, so pretexto de esta disposición, se han arraigado en su permanencia y en el caudillismo de algunos de sus dirigentes, muchos de los cuales carecen de carisma para ser verdaderos líderes políticos.
La verdadera “representación” ciudadana no se basa únicamente en votar por una bandera política sino en saber quien nos representará y ostentará el cargo temporal de funcionario público, durante tres años, sujeto a reelección, basado en la evaluación de los que votamos en los siguientes eventos electorales y no  por decisión de los partidos.
Existe un distanciamiento de la idea del constituyente al sustentar el funcionamiento de los partidos en la democracia representativa. En ningún momento se dijo que debía haber una partidocracia basada esencialmente en un verticalismo, con prohibiciones de candidaturas independientes. La partidocracia busca el interés de partido, el beneficio propio, no obstante que el mismo constituyente prohíbe categóricamente el mandato imperativo a la hora de asumir el cargo como diputado.
Esto genera un descontento y desencanto en la población a tal grado que existe un distanciamiento entre la teoría y la realidad. Seguramente, esta disonante “costumbre” tendrá sus consecuencias en próximas elecciones donde habrá una alternancia en la Presidencia de la República y antes cambios de rostros en la Asamblea Legislativa con la ilusión del trabajo en pro de la población.

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